Te levantas primero, te desperezas, te das cuenta de donde estás y te vistes. Entonces sales fuera para despertarte. Conectas con el entorno, con los compañeros y contigo mismo. Desayunas y empiezan las actividades del día. Escuchas y participas cuando quieres, observas a los demás y te observas.
Recuperas energía descansando cuando es necesario y comiendo al mediodía, y combinas tiempo de reflexión individual con las actividades organizadas en grupo.
Estás todo el día activamente pensando en los demás, en ti y en tu relación con ellos. Los conoces poco a poco o más bien rapidísimo, por la intensidad de las actividades.
Te vas desenvolviendo y sintiéndote más cómodo en el grupo porque formas parte de él. Te ríes con todos y de ti mismo. Y aprendes de todos. En todo momento.
Después de cenar sigues con las historias de todos y luego descansas con todos por la noche. Te vas a dormir sonriendo cansado y con más preguntas para mañana.
Carlota Saumell, participante de Young Leadership Program 2011